Entre los precursores de esta ciencia podemos citar a Hipócrates (Cos, c. 460 a. C. - Tesalia c. 371 a. C.) con su célebre frase "que tu alimento sea tu medicina...".
Este médico y profesor de medicina de la antigua Grecia, es considerado el primer médico que rechazó las supersticiones, leyendas y creencias populares que señalaban como causantes de las enfermedades a las fuerzas sobrenaturales o divinas. Los discípulos de Pitágoras lo consideraban el hombre que unió la filosofía y la medicina. Separó la disciplina de la medicina de la religión, creyendo y argumentando que la enfermedad no era un castigo infligido por los dioses, sino la consecuencia de factores ambientales, la dieta y los hábitos de vida; y por ello promovió el consumo de legumbres y frutas.
Los alimentos se clasificaban en función de su correspondencia con uno u otro de los cuatro elementos:
-la tierra
-el aire
-el fuego
-el agua
que corresponden a cuatro temperamentos definidos por la teoría de los cuatro humores: melancólico, sanguíneo, colérico y flemático, respectivamente.
Cada alimento era clasificado según sus cualidades, que se escalonan en cuatro grados sobre dos ejes principales:
caliente-frío y seco-húmedo (o, secundariamente, en ejes dulce-amargo y crudo-cocido).
Estas cualidades influyen en la manera en la que el alimento se transforma dentro del cuerpo y en la calidad y consistencia de los humores producidos por el organismo.
Según la escuela hipocrática, el calor de la digestión transforma los alimentos en linfa que, a su vez, se transforma en humores o actúa sobre la calidad y el equilibrio de los humores presentes.
Para conservar la buena salud a lo largo del tiempo, hay que tener una dieta equilibrada. Por eso, los médicos que se basaban en la tradición hipocrática recomendaban a sus pacientes consumir alimentos que se correspondieran con el inverso de su temperamento, para corregir el desequilibrio de los humores.
Así pues, el vino tinto (caliente y seco) y la carne (caliente y seca) eran recomendados para los ancianos, los flemáticos y los melancólicos, de naturaleza fría. En cambio, el pescado fresco (frío y húmedo) y las frutas o legumbres (frías y húmedas) creían que convenían más bien a los coléricos y optimistas, así como a los jóvenes, de temperamento caliente.
Según Hipócrates, la alimentación también tenía que variar según el clima y las estaciones, ya que influían en los humores:
-En invierno, un periodo en que domina el frío y la humedad, sería preferibles consumir proteínas con salsas, cocinadas con especias calientes.
-En primavera, cuando domina el calor y la humedad, se aconsejaba pasar poco a poco de los pucheros a los asados, y empezar a comer más legumbres verdes.
-En verano, cuando domina el calor, sería el momento de consumir proteína a la plancha, más ligera, y preferir alimentos fríos y húmedos como el melón, la ciruela o la cereza.
-En otoño, un periodo en que empieza el frío, haría falta comer alimentos apetitosos y ligeramente ácidos, para expulsar la melancolía, así como reducir el consumo de frutas.
Si deseas ajustar tu dieta según tus necesidades, puedes ponerte en contacto con nosotros y pedir cita para un asesoramiento en nutrición.