Los principios activos

El concepto de principio activo se emplea en el ámbito de la química para nombrar al componente que porta las cualidades farmacológicas  presentes en una sustancia.

Sus inicios ya los encontramos en la prehistoria; primero eran hierbas, después se fue asimilando los componentes de las plantas, y en el siglo XX se logró identificar la estructura de muchas de ellas. 

El principio activo de un fármaco es aquel que permite prevenir, tratar o curar una enfermedad  u otro tipo de trastorno de salud.

Un principio activo, por lo tanto, genera un efecto  que puede medirse en un ser vivo. La sustancia en cuestión puede tener origen animal o vegetal, pero también puede haber sido sintetizada de manera artificial por el hombre.

Los principios activos pueden provocar diversos efectos en el organismo. Hay principios activos con  poder anestésico, analgésico, antibiótico o antiinflamatorio, entre muchos otros. De este modo, un médico puede recetar a su paciente medicamentos cuyos principios activos le permitirán mitigar el dolor, combatir una infección, reducir una inflamación, etc.

Algunas plantas medicinales poseen muchos principios activos (10, 20,  o a veces incluso más). En general, en un medicamento, las farmacéuticas no suelen agregar más de un principio activo (a veces pueden llegar a 10 como mucho, si son vitaminas), y aunque el precio de coste es relativamente bajo, se venden a precios mayores para que los usuarios no desconfíen o crean que no es de calidad.

También debe saberse que dentro de la medicina natural o fitoterapia, podemos encontrar productos que no tengan el nivel de calidad que pretenden hacernos creer….

En ambos casos, lo ideal es fijarse en el % de principio activo que contiene, frente al % de excipiente. 

La denominación de principio activo sirve para diferenciar a estas sustancias de otras que pueden formar parte de un medicamento o producto de medicina natural (fitoterapia) pero que no provocan efectos medicinales, conocidas como excipientes. El producto, en definitiva, está formado por principios activos y excipientes.

Los excipientes permiten estabilizar los principios activos o favorecer su absorción por parte del organismo. Un excipiente, por ejemplo, puede saborizar, diluir, aglutinar o desintegrar los principios activos.

A partir de la combinación de principios activos y excipientes, se crean los jarabes, las píldoras, las cápsulas, las emulsiones, las grageas, los ungüentos y las cremas, entre otros productos.

El nombre que se da a un principio activo no tiene necesariamente relación con su estructura química. Además, dos principios activos pueden tener nombres similares y sin embargo ser para usos completamente diferente…. Y nombres diferentes, pero con una estructura similar, tendrán efectos farmacológicos y secundarios similares.

Un medicamento o producto de extracto de plantas,  puede tener como principio activo elementos puros, compuestos inorgánicos, o compuestos orgánicos. 

Puede ser un elemento natural de la tabla periódica (como el magnesio), o un compuesto inorgánico -una molécula formada por varios átomos- como un óxido metálico (como el óxido de Zinc), un óxido ácido, un hidróxido, un ácido, una sal…..

Para no tener que sembrar campos enteros de plantas, el proceso que se sigue es el de investigar en la naturaleza las plantas que poseen componentes farmacológicamente activos. Una vez localizados, se extraen y aíslan, y finalmente se identifica su estructura química para poder sintetizarlos en el laboratorio, mediante hacer reaccionar sustancias químicas -relativamente económicas- a fin de obtener la estructura del alcaloide o sustancia deseada. 

Los principios activos descubiertos por primera vez son llamados de primera generación. Tras años de estudio, modificaciones y mejoras, se desarrollan moléculas de segunda generación. Y si se sigue con ellos, estudiándolos e investigando más, se llegan a obtener  principios activos aún más efectivos y menos dañinos, que son los de tercera generación, y así sucesivamente. 

Un Naturópata conoce cómo aplicar los principios activos en las diversas patologías.

En función de las mismas, recomendará una planta u otra, según las necesidades, pudiendo ser plantas:

inmunoestimulantes, coleréticas, antiálgicos, antiinflamatorias, vasodilatadoras, venotónicas, cardiotónicas, mucolíticas, antitusígenas, antiasmáticas, antiácidas, cicatrizantes, carminativas, laxantes, eupépticas, sedantes, estimulantes, depurativas…